domingo, 17 de mayo de 2009

El Hombre del Baobab


"El hada de Luis, mala o buen, siempre fue Nadia. Una mujer indescriptible. Una llaga en carne viva que siempre escuece, que siempre atormenta…una bellísima estrella que no deja de titilar. En su ser convivían sin dificultad lo más pueril y bobalicón con lo mas aciago y perverso. Bondad, y maldad eran en ella compatibles de un modo tan malévolo e imperceptible que aterraba darse cuenta de ello. Bien podía ser una mujer muy sensata, también una chiquilla desmesuradamente traviesa. Las dos capaces y dispuestas a sumergirse en el cálido mar de los pecados, de lo prohibido, de lo peligros. Las dos cargadas de inocencia y maldad por partes iguales. Y como suele suceder con este tipo de hembras, capaz de torturar el alma hasta encenderla y consumirla. Capaz de fulminarla en el ardor del deseo y en la dicha de poder amar a una mujer así."
Hay ocasiones en las que la vida nos enseña que sólo parándonos podremos ser capaces de encontrarnos. Cuando Luis Vaissé quiso buscar en su interior lo halló casi vacío; aun así, decidió iniciar junto a su padre el viaje que marcaría para siempre sus vidas. África regaló al anciano la posibilidad de quedar en paz con el pasado. A Luis le mostró la verdadera razón de la existencia: que el amor, cualquier amor, es lo que mantiene vivo al hombre.



Esta es la reseña del último libro que ha caido en mis manos, dentro de esos firmes propósitos que tomo de vez en cuando está el retomar el ansia de la lectura, en cuanto acabe " La Soledad de los números primos" empezaré con él. Mucho se habla de este autor, más conocido por ser el atractivisimo chico de los telediarios de la 1 que por sus trabajos literarios o sus pinturas. Algún artículo o pequeño texto le leí, y la verdad es que promete.


" Te doy mi alma por saber que no soy el que era,
por notar que sigo siendo el mismo,
por sentir que aun sigo siendo
Aun dejándola en ti,
mientras vivo dentro de este cuerpo desalmado"
Texto: David Cantero

lunes, 11 de mayo de 2009

" Abuelos "

- Ya voy, ya voyyyy…le repite por segunda vez, te he dicho antes que no hace falta correr.-
Qué mujer dios, cuantos más años paso con ella, más me achucha a hacer las cosas, que si no regué las plantas del jardín, que si no he traído bien lo que me pidió del súper, qué cuando voy a llamar a no sequé, qué…
El primer día de jubilación pensé…por fin, por fin tengo todos los minutos para estar con ella, pasear, leer, dejaré que se deshaga en mimos conmigo…si es que no para… pensaba al tiempo que respiraba hondo y se encendía la pipa con sus aún firmes manos. Ya llevaban muchos años juntos, toda una vida y aunque se sentía viejo y su cuerpo estaba cansado, no había dejado de dibujarse una sonrisa en la comisura de sus labios cada vez que la miraba.

- Te dije que lo hicieras esta mañana, pero entre la partidita de dominó, el pinchito y la siestecita pues nada, ya, yaaa..ya sé que no me oiste, pero las pilas del sonotone también se cambian cielo.-
Le preparó su café como le gustaba hacer todas las tardes y fue a arreglarse. Mientras respiraba hondo se miró al espejo, se peinó, se maquilló, al pasar el carmín por sus labios, notó que ya no estaban tersos como antes, pero aun tenía una boca bonita, es cierto que ya no era la chica joven que le enamoró, pero aún estaban juntos, le encantaba que ese cascarrabias se metiera con ella, él pensaba que no se daba cuenta cuando le sonreía, pero ella sentía esa sonrisa incluso estando de espaldas y le hacía feliz.
Le sigue haciendo ilusión irse a bailar con él los sabados, con el paso de los años hasta se defiende bailando, no deja de recordar su primer baile lento, derecha, derecha, giro a la izquierda, su fuerte brazo asiéndola por la cintura marcando el ritmo de la música…
Una velada más, una noche más,
él siente que todos los mimos son pocos, reniega, discuten, ríen, hablan de mil cosas que ya se saben..
ella le cuida, le escucha, pero sobre todo sabe que llegará la noche y aunque mayores y viejecillos le notará apretándose contra su espalda pasando su pierna por encima, como siempre.



Esto podría ocurrir en cualquier pareja de abuelos, quien sabe, dentro de unos cuantos años, Me acordé de uno de los libro que tengo en la librería, la tierna historia de dos viejecitos, Manuel y Manuela, que aceptan con naturalidad las huellas de los años. Manuela es coqueta como una chiquilla y a Manuel le encanta bailar con ella. Se llama “Abuelos” de la editorial gallega Kalandraka es un canto a la ternura, nos enseña a encontrar la belleza a través de los ojos del amor, nos muestra todo el cariño que puede existir cuando el cuerpo se marchita pero sobre todo nos descubre las ventajas de vivir con una sonrisa en los labios.

Y digo yo, a quién no le gustaría envejecer al lado de la persona que ama

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