Hening Mankell es uno de mis autores favoritos, no me pierdo ninguno de sus estrenos literarios, me encantan los Thrillers y novelas policiacas y cuando descubrí a su peculiar inspector Wallander me hice incondicional de este escritor sueco que sabe dar como nadie un toque distinto a este genero tan americanizado.
Me sorprendió encontrar este libro y a pesar de ser un ensayo por el mero hecho de ser suyo lo leí y descubrí la pasión del autor por Africa y el compromiso que tiene con la lucha contra el Sida, especialmente en este continente.
¿Cuando fue la primera vez que oimos hablar de esta enfermedad? la mayoría de nosotros la asociamos a la imagen de Rock Hudson, a su muerte, a su homosexualidad y a partir de ahí una avalancha de información y desinformación que provocó el miedo al contagio, de estigmatización de aquellos que habian contraido la enfermedad.
Según avanzamos en la lectura del libro, nos encontramos con un montón de historias de gente normal y corriente que por la circunstancia que sea se ha contagiado del VIH, no solo los escarceos con las drogas y la falta de medidas preventivas, que quizá es normal en ciertos colectivos, no hace falta llegar a eso, relaciones sexuales esporádicas, encuentros de una noche con la muerte como acompañante invisible...
Cada uno con su reaccion distinta, la culpa la mayoría de las veces, la rabia, o la inacción dejandose ganar por la enfermedad.
El libro nos habla del miedo de los occidentales al sida pero sobre todo del terror y el dolor de los africanos afectados, privados de recursos y fármacos, nos habla de los poblados donde hay niños contagiados por sus madres que se encargan de los mayores hasta que mueren y nos habla de los "Libros De Recuerdos", son unos cuadernos que la ONG en la que Mankell colabora activamente, entrega a las personas enfermas de SIDA, en ellos deben escribir sus recuerdos, sus impresiones, su pasado, quienes fueron sus antepasados, que esperan del mundo y todo lo que crean que pueden enseñar a sus hijos, que serán demasiado pequeños cuando sus padres mueran. Esos libros es lo único que pueden heredar los niños huerfanos del SIDA. No todos saben escribir, así que la mayor parte de los libros de recuerdos contienen dibujos, flores secas, trozos de tela, que los niños deberán interpretar como herencias afectivas. Una imagen le acompaña en particular la de una niña llamada Aida, hija de una madre afectada que en medio de la muerte y el sufrimiento, planta un árbol de mango y lo cuida como si fuera un fragmento de vida que crecerá y que, tal vez, resista a esta terrible pandemia.
Me uno al autor cuando dice al terminar el libro que siente un inmenso respeto por la dignidad y la fuerza que demuestran día a día todas aquellas personas afectadas por el VIH.
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"Mozambique, la zona estaba devastada por la guerra, muchos habian
muerto y reinaba la hambruna, era como visitar un infierno, un lugar
donde la tragedia humeaba. Un día seguía un sendero que conducía a
un poblado cuando apareció un joven que caminaba en sentido contra-
rio, rodeado de luz, era como si hubiese surgido del sol. vestia harapos,
cuando lo tuve cerca pude ver sus pies, y vi en ellos algo que no olvida-
ré mientras viva.
Se había pintado en ellos un par de zapatos con tintes naturales; habia
intentado preservar su dignidad. No llevaba zapatos, ni botas, nada,
ni siquiera un par de sandalias fabricadas con restos de neumático,
y puesto que no tenía zapatos los creó el mismo.
Es decir, se los pintó en los pies y, con ello, pintó en su conciencia la
fortaleza, la certeza de que, pese al desastre, él era un ser humano
que conservaba su dignidad.
Lo que aquel joven me reveló con sus pies pintados fue que la dignidad
humana puede conservarse y defenderse aunque todo lo demas parezca
perdido.
Todos debemos ser conscientes de que tambien a nosotros puede
llegarnos el dia en que tengamos que pintarnos un par de zapatos en
los pies. y en ese caso, es crucial que seamos conscientes de que
tenemos la capacidad para hacerlo."
"Moriré, pero mi memoria sobrevivirá". Henning Mankel
Editorial Tusquets
• Que hermosa manera de pintar la dignidad, me encanto la historia y me encanto tu acertada reflexión. Respecto al VIH en el mundo occidental creo nos queda una gran asignatura pendiente… la marginación social de los seropositivos. Esta mas que demostrado que no hace falte pertenecer a ningún grupo de riesgo para contraer la pandemia. Cualquiera, -y en ese cualquiera entramos absolutamente todos- podemos infectarnos. Un beso
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